Billy Escobar, exalumno y quien también fue directivo de la Universidad Externado, comparte con los lectores de EL RADICAL un video en el que hace una reflexión acerca de la importancia de la educación virtual en tiempos de pandemia.
EL RADICAL publica la carta enviada por una graduada y ex trabajadora de la universidad, que relata hechos de acoso laboral en el área de Compras y Proveeduría de la Dirección Administrativa.
Los representantes de los estudiantes en el consejo directivo de la Universidad sostuvieron un diálogo muy interesante con este periódico, sobre lo que viene para el Externado.
Así nos llama el Rector del Externado a quienes decimos verdades incomodas para la Universidad. Esa frase despectiva y arrogante también es una forma de corrupción, al ignorar, minimizar o ridiculizar a los contrarios.
Así nos llama el Rector del Externado a quienes decimos verdades incomodas para la Universidad. Esa frase despectiva y arrogante también es una forma de corrupción, al ignorar, minimizar o ridiculizar a los contrarios.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Tenía lista una columna acerca del deporte en el Externado, tema que me parece sensible y que está de moda por cuenta de los triunfos de nuestros deportistas que, casi siempre para lograrlos sacrifican la calidad de su educación superior a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, en donde el deporte universitario es la incubadora de campeones. Me ocuparé en la próxima edición.
Hoy debo dar cuenta de un par de temas que surgen de mi ocasional encuentro en Bucaramanga con el Rector Henao. Dejo claro que, durante sus épocas de becario en Francia, cuando fue mi profesor en posgrado y maestría, así como durante su periplo como Procurador Delegado ante el Consejo de Estado, tuvimos una relación más que cordial que incluso podría calificarse de incipiente amistad. Sin embargo, luego de nombrado Rector es la tercera vez que me cruzo palabras con él, a pesar de mis intentos fallidos de hace unos años por obtener una cita solo para saludarlo y felicitarlo. Uno en un entierro y otro en la Cámara de Comercio, y el encuentro del pasado viernes. A eso se ha limitado mi relación en estos años con Henao en el poder.
Me encontraba en uno de los salones del antiguo Hotel Bucarica a punto de iniciar mi clase en la especialización de Derecho Procesal Civil, cuando irrumpió –es la palabra exacta- el Rector, y desde la parte de atrás del salón me dijo “el Doctor Estrada, opositor y todavía no lo han echado del Externado”. Su sonrisa en la cara me aclaró, que no a los estudiantes, que no se trataba de una amenaza velada, sino de un chiste un poco flojo, con el que arrancó una franca y cordial conversación de casi veinte minutos.
Juan Pablo Estrada, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
No voy a incurrir en la ligereza de convertir en columna esa conversación privada, pero por su relevancia voy a tocar dos temas que salieron a flote luego del “saludito rectoral”, pues de ellos me he ocupado en esta columna en el pasado y han sido tema de varios editoriales de El Radical que he compartido en forma íntegra.
Ofrezco excusas a mis lectores si estas líneas superan el espacio habitual, pero el asunto lo amerita.
La Rectoría es de puertas abiertas, respeta, tolera y promueve la crítica respetuosa
No tengo duda de que esa sea la premisa, de labios para afuera. Pero los hechos son tozudos y demuestran lo contrario. La Rectoría sí tiene las puertas abiertas, pero no para los críticos, sino para los áulicos y aplaudidores, a quienes la lagartería los ha llevado incluso a anunciarse, abusivamente y desmentidos ya, como “voceros del Rector”. Ese es el precio que se paga por promover esos sistemas de poder casi monárquicos, en los que la cercanía con el “rey” hace poderosos a mediocres, promueve abusos y aísla al monarca, a quien solo le dicen lo que quiere oír. Si queda algo del Henao que conocí, debería pasar del dicho al hecho y promover un debate abierto y franco sobre el manejo y futuro de nuestro Externado, con reglas claras, temas definidos, desde luego en un ambiente propositivo y constructivo. Que nadie se llame a engaños, los Radicales nos debemos al Externado y solo queremos lo mejor para nuestra casa de estudios. Mientras ello no ocurra, quienes vemos las cosas de otro modo y no tenemos el privilegio de “entrar” a la Rectoría tendremos que seguirlas diciendo en otros escenarios, recibiendo el calificativo de opositores.
En el Externado no hay corrupción y esa es una acusación injusta y temeraria
Para abordar este tema lo primero que hay que tener claro es ¿Cuál es alcance del concepto de corrupción? Si incurrimos en el error de sostener que es solo apropiarse de recursos, pues sin duda quien esto escribe no tiene pruebas de que ello ocurra en el Externado –aunque seguimos sin conocer los resultados de la famosa auditoria y la anhelada rendición de cuentas, que podrían evidenciar otras cosas-.
Para no entrar en terrenos farragosos, me limito a la definición de la RAE. Corrupción es la acción y efecto de corromper. Depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar. La corrupción, en consecuencia, puede tratarse de una depravación moral o simbólica. Se corrompen las tradiciones, por ejemplo. Y ciertas afirmaciones en boca de un directivo del Externado contribuyen a la corrupción del respeto a la crítica, que en el Externado debe ser sagrado. La corrupción es también incurrir en “abusos del poder” para obtener ventajas ilegítimas y defraudar la confianza pública.
Puesto el concepto en ese contexto, legítimo y cierto, sí es posible sostener que en el Externado hay hechos de corrupción. Decir, por ejemplo, que quienes escribimos en El Radical lo hacemos porque queremos poner a Eduardo Montealegre de Rector, es una afirmación mentirosa que constituye corrupción, pues se falsea la realidad para buscar beneficios personales. Mantener como docentes a mediocres cuyo único mérito es su amistad con un poderoso, es corrupción; convertir una reelección en una prórroga automática del periodo rectoral, es corrupción. Minimizar casos de presunto acoso laboral y/o sexual, es corrupción. Repartir beneficios, becas y cursos en el exterior sin criterios objetivos, corrompe el sistema de méritos y mata la igualdad. No convocar a elecciones de Consejo Directivo sino para ajustar los cupos de los estudiantes, cuando el periodo de los profesores está aún más que vencido, es corrupción.
Todos estos actos y otros más que dejo entre el tintero, son corrupción porque echan a perder, pervierten y legitiman el uso abusivo del poder en beneficio de un interés personal y, repito, traicionan la confianza pública.
Mi conversación con el Rector concluyó como empezó. En efecto, le dije con franqueza que era mucha la gente que coincidía en las apreciaciones que le di. Sonriente me dijo desde la parte de atrás del salón con su inconfundible forma de hablar “son diez gatos”. Esa frase despectiva y ese convencimiento arrogante lo resume todo, pues es también una forma de corrupción, al ignorar, minimizar o ridiculizar a los contrarios para continuar ejerciendo un poder ilimitado y arbitrario. El Rector olvida que muchos callan para mantener privilegios.
Otros hablan, pero no de frente, y pocos decimos las cosas mirando a los ojos o firmando con nombre y apellido, porque nuestro estómago no está conectado a la sonda inagotable de la pagaduría del Externado y somos libres no solo para el discurso de liberalismo, que se debe publicitar, pero, sobre todo, ejercer sin atropellar.
El Externado cierra su Maestría en Derechos Humanos y da por terminado un convenio con la Universidad Carlos III de Madrid.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Hace alrededor de veinte años un trío de notables sembró la idea de desarrollar en Colombia un programa académico que contribuyera de modo específico al mejoramiento de la compleja situación de derechos humanos que se vivía en el país y que a la vez fomentara una colaboración recíproca entre estudiosos de dos instituciones que por varias razones parecían llamadas a hermanarse.
Los notables eran Fernando Hinestrosa, Gregorio Peces-Barba y Luis Villar Borda; las instituciones: el Externado y el Instituto Bartolomé de las Casas de la Universidad Carlos III de Madrid. Esa idea cristalizó en un convenio de intercambios académicos que ha dado varios frutos y en un ambicioso programa de Maestría en “Derechos Humanos y Democratización”, que se ha impartido sin interrupción en Bogotá desde el año 2006 y que es homologable al título oficial que le permite a sus egresados continuar con su doctorado en Madrid, si así lo deciden.
Se pactó que el programa estuviera codirigido por ambas instituciones en condiciones de igualdad y que la movilidad de profesores fuera recíproca. Los primeros codirectores fuimos Miguel Ángel Ramiro, por la Carlos III, y quien esto escribe, por el Externado. Todos los que hayan gestionado programas académicos saben lo dispendioso que es diseñar un plan de estudios que luego hay que someter a mil trámites burocráticos, licencias estatales, solicitudes de financiación, y luego presentarlo ante una comunidad académica que por definición es escéptica y crítica.
Néstor Osuna, profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Todo eso se hizo con éxito, en tándem, y la criatura comenzó a andar. Recuerdo que para las primeras promociones de la maestría requerimos de subsidio por parte de la cooperación española, ya que la movilidad de profesores acarreaba unos gastos para los que eran insuficientes los fondos de las matrículas, pero a partir del tercer año la maestría ya superó esos puntos de equilibrio y se pudo sostener sin acudir a financiación externa. Recuerdo también que cuando el proyecto comenzó a dar sus primeros frutos académicos, para sorpresa de quienes lo gestionábamos comenzó también a dejar excedentes económicos, y la Universidad Carlos III renunció a ellos en lo que proporcionalmente podía corresponderle.
Aún me produce viva emoción la evocación de las reuniones de los equipos de profesores, españoles y colombianos, comprometidos sinceramente en el diseño del mejor programa curricular posible para cada curso, pendientes de las variaciones que convenía introducirle, en un ambiente académicamente riguroso pero también fraternal, francamente empeñado en poner nuestro grano de arena profesional en la mejora de nuestro sistema político y de convivencia.
Recuerdo también, con iguales sentimientos, las “Semanas de Maestría” en las que, mes tras mes, viajaba a Bogotá un profesor desde Madrid (a veces varios) a compartir cátedra con los nuestros frente a los estudiantes. Por supuesto, en mi memoria también están las clases que los nuestros impartieron en Madrid, porque el programa era en todo bilateral.
No tengo la menor duda de que el programa ha sido útil a nuestra sociedad. Algunos de sus egresados han colaborado luego activamente en la construcción de nuestra paz, ya sea desde las instituciones que tuvieron a su cargo la negociación con la antigua guerrilla de las Farc o luego en su fase de implementación. Otros han ingresado luego al poder judicial, lo que ha hecho visible la huella de la maestría en la jurisprudencia (en numerosas ocasiones con citas explícitas a los textos de los profesores), otros, en fin, decidieron continuar la carrera académica en Madrid.
Por todo ello y por otras razones que callaré, me impactó que nuestro Externado decidiera hace unas semanas, de modo unilateral, sin haberlo conversado con nuestros aliados, dar por terminados tanto el programa de maestría como el convenio con el Instituto Bartolomé de las Casas de la Carlos III. Es posible que el programa requiriera de un nuevo remozamiento, o de alguna transformación en sus objetivos, y estoy seguro de que si el Externado hubiera manifestado sus nuevas propuestas, se habrían podido pactar las modificaciones. Pero no fue así. Simplemente la Universidad le notificó a la Carlos III que el programa no se renueva y le agradeció sus servicios. Sinceramente, colegas del Externado, así no se trata a un socio leal, comprometido y persistente, que además (y esto no es común) nos había tratado como iguales.
Esta lamentable noticia me ha hecho pensar en lo errado que es considerar que los logros del presente son irreversibles. A pesar de nuestro discurso de profesores sobre la rigidez jurídica, la progresividad y la fuerza normativa de las cláusulas de derechos humanos, lo cierto es que su permanencia no está garantizada ni resulta obvia ni consolidada. La democracia colombiana todavía dista enormemente de ser plenamente eficaz y tenemos grandes desafíos en la edificación de un régimen satisfactorio de derechos humanos, pero en vez de avances son retrocesos lo que está al orden del día, como se puede ver tanto en la política como en la Universidad.
Mil gracias a todos los estudiantes que desde el año 2006 confiaron en nuestra oferta académica: su formación profesional fue siempre la razón principal del programa; mil gracias a los colegas y amigos españoles que con devoción venían a Bogotá mes tras mes: sus semillas han dado frutos y seguirán dándolos; mil gracias a Miguel Ángel Ramiro, Javier Ansuátegui y María del Carmen Barranco por su compromiso con los derechos humanos de los colombianos y por su fraternidad generosa: sus amistades quedan para siempre y su talante ya está en nuestro corazón.
Mil gracias, en fin a esos tres grandes, Hinestrosa, Peces-Barba y Villar: menos mal no están aquí para pasar esta vergüenza.
Ya basta de dilación, silencio y aplazamiento indefinido, llegó el momento de asumir las riendas de la Universidad para retomar el camino que se perdió con la administración actual.
Ya basta de dilación, silencio y aplazamiento indefinido, llegó el momento de asumir las riendas de la Universidad para retomar el camino que se perdió con la administración actual.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
La situación que atraviesa nuestra Universidad me obliga a invitar a todos y cada uno de los integrantes de la Comunidad Externadista a hacer una seria y necesaria reflexión sobre el estado de la misma y de su futuro, que nos permita recuperarnos y tener la solidez no solamente económica sino fundamentalmente académica, como es lo debido.
Desde el punto de vista patrimonial la institución tiene una gran fortaleza por las inversiones heredadas de la anterior administración. En lo administrativo estamos ante una situación sin manual de funciones y del ejercicio del poder rectoral a través de un mandato conferido por el Rector, desconociendo que es al Consejo Directivo a quien corresponde su designación.
En cuanto a los resultados de la actividad académica todo indica, hasta donde se puede saber, que la situación es deficitaria, quizá en parte por factores externos que aquejan también a otros centros educativos, pero en nuestro caso se debe fundamentalmente a la ausencia de liderazgo, lo que se traduce en la falta de conducción, organización y orden, y lo que es peor: No se tiene por encima del anhelado aumento del número de matriculados, un paradigma que nos permita sentirnos orgullosos del mismo. Se está en la tarea de fortalecer un acaparamiento indebido y de hecho en el control administrativo, patrimonial y académico de la Universidad. Todos lo sabemos pero muchos se callan por indiferencia o temor, y otros por pequeños intereses o por nimios deseos de figuración, como si el destino que todo ser humano debe buscar se tenga que quedar al nivel de minúsculos estímulos. Con nuestro ejemplo enseñémosle a nuestra juventud la búsqueda del éxito con gallardía y transparencia.
Todo lo que aquí afirmo no es nuevo, lo he dicho en anteriores columnas y en las sesiones del Consejo Directivo a lo largo de los últimos siete años y la única respuesta que se ha recibido ha sido la dilación, el silencio, el aplazamiento indefinido o la decisión mayoritaria sin razonamiento alguno, y por fuera de él la deformación de la verdad sin rubor alguno.
Saúl Sotomonte, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En aras de la democratización y la transparencia pedimos desde un comienzo la reforma de los estatutos, el cambio del Consejo Directivo para evitar el conflicto de intereses en la toma de decisiones, especialmente en lo que tiene que ver con la reelección del Rector y con la aprobación de las cuentas y nada se responde. Reclamamos un estatuto profesoral que establezca las funciones y los proteja frente a la desigualdad en el tratamiento salarial y de estímulos que impera y no se escucha. Se reclama contra la injerencia del Rector en la nominación de la Revisoría Fiscal que lo debe fiscalizar y de la Auditoría que lo debe auditar y de cuyo informe estamos pendientes y siempre se dice ya viene, ya viene, y nunca llega. Quizá por las interferencias que se vislumbran y que de ser así, le quitan legitimidad. De igual manera, tampoco se ha podido conocer el estudio de un importante analista sobre el Gobierno de la institución, del que se filtró en un previo informe la sugerencia de cambios en el manejo familiar los cuales retuvimos, pero se nos mantiene a la espera del resultado final, del que parecería que lo someterían a la ley del silencio antes aprobada para las cuentas y las actas.
Esperamos que el trabajo preparatorio que se adelanta en el Consejo Directivo para la formación del Consejo de Profesores y del futuro Consejo Directivo sea democrático y transparente y no esté afectado por la búsqueda de un indebido control.
Para evitar desviadas interpretaciones, afirmo que lo aquí expresado no es un ataque a la Universidad sino una crítica al manejo que se le está dando y a la manera deslucida como se promocionan en público sus personajes.
Invito a los miembros de nuestra comunidad a debatir estos temas, ya sea en debates abiertos o escribiendo en este periódico, con la seguridad de qué si estoy equivocado o no son ciertas mis afirmaciones, públicamente lo reconoceré en cualquier escenario. Lo hago por el bien de la Universidad y por su legado histórico. Cuando Nicolás Pinzón la fundó no lo hizo pensando en dejar un legado patrimonial – económico a una familia. Lo hizo buscando dejarle al país un legado histórico de gran contenido ideológico y político válido para cualquier época.
Siendo que la Universidad es una Fundación, la que por su naturaleza no tiene propietarios, buscar lo contrario constituye un abuso de poder que no solamente es antiético e inmoral sino que también puede ser violatorio de la ley en grado sumo y de los estatutos. Dónde están el derecho y los méritos para esa avanzada?
En Colombia todos se venden con tal de llegar al poder, o de no soltarlo, que viene siendo lo mismo.
Por: María Antonia Pardo.
Graduada de la Universidad Externado de Colombia.
Ya lo sé, ya lo sé ¿Qué más puedo esperar si estamos en Macondo en donde la única diferencia entre conservadores y liberales es que unos van a misa de cinco y los otros a misa de ocho? Gabo la tenía clara cuando escribió ‘Cien años de soledad’, clarísima. Tanta violencia, tanta matazón, tanta sangre derramada por un trapo azul y un trapo rojo, para nada. El meollo del asunto no era lograr cambios, ¡qué va! Era repartirse el poder dejando todo igual.
¿Recuerdan ese pasaje de la novela cuando el coronel Aureliano Buendía, quien lideraba las tropas liberales, escucha absorto a varios políticos liberales, es decir de su propio bando, de su misma orilla, que intentan explicarle el acuerdo al que habían llegado luego de negociar con el Gobierno conservador de turno? Esa escena es magistral porque muestra, de manera descarnada, nuestro pandito talante democrático. ¡Qué manera tan perversa tenemos de acomodarnos!
Después de muchas batallas, de ilusionar a todo un pueblo, de prometerles lo divino y lo humano a quienes entregaron la vida de sus hijos para lograr un país más justo, después de tantos muertos, los mismos políticos liberales salieron con el consabido chorro de babas y traicionaron a quienes los habían respaldado. ¿Qué le pidieron al coronel? Básicamente que renunciara a los principios liberales por los que había luchado. ¿Quiere usted, don Aureliano, recibir el apoyo de los terratenientes, de los católicos y de las familias macondianas? No pida entonces que se revisen los títulos de propiedad de las haciendas, no toque a los terratenientes, no se meta más con el clérigo que la iglesia en este país es sagrada, no pida igualdad entre hijos legítimos y bastardos, no atente contra la unidad familiar otorgándoles derechos a los hijos concebidos en la calle. Deje así.
María Antonia Pardo, graduada de la Universidad Externado de Colombia.
A toda esa perorata, el coronel Aureliano respondió sabiamente: “Quiere decir entonces que solo estamos luchando por el poder”. Y no se equivocó.
¿Algo más real que la ficción política del mundo macondiando de Gabo? Veamos el estado actual del Partido Liberal colombiano para entender que, en efecto, Macondo está más vivo que nunca. César Gaviria, luego de aliarse con los defensores del NO en el plebiscito para que Iván Duque llegara al poder y retornara el uribismo a la Casa de Nariño, de dejar solo a Humberto de la Calle, el gestor del Acuerdo de Paz, en su aspiración presidencial, de traicionarlo, de negociar puestos y privilegios con el Gobierno uribista para su esposa e hijo, ahora da la estocada final: acude a hordas cristianas, que hace nada estaban con Cambio Radical, que eran vargaslleristas, para reforzar el liberalismo. Es decir, ¡el liberalismo reforzado a punta de camándula y aleluyas!
La lista al Concejo de Bogotá por el Partido Liberal la encabezará nada más y nada menos que Sara Castellanos, de la Misión Carismática Internacional, la misma que imposta la voz al hablar sobre una tarima, arrastrando las eses, como típico pastor embaucador. Ella, hija de Claudia Rodríguez, senadora de CR, ¿Tiene con qué liderar los principios liberales en el Concejo? Obviamente no, y no solo porque no cree en ellos, sino también porque la idea no es esa, la idea de meterla a ella allí, como número uno del liberalismo, no es defender el liberalismo y sus ideas, es sumar poder.
¡Ay, Gabo, te debes estar revolcando en tu tumba!
¿Para qué meter al Partido a una mujer que se opondrá al aborto, al matrimonio igualitario, a que le demos educación sexual a los menores en el colegio a ver si reducimos los índices de embarazos en adolescentes, a que se respete la laicidad del Estado? ¿Para qué incorporar a otra Viviane Morales si ya sabemos que será como la mosca en la leche? ¿Para qué? La respuesta es obvia, por los miles de votos cristianos que están en juego. Y los votos, en nuestro paupérrimo y vendido sistema electoral, pesan más que las convicciones, que los ideales. Acá todos se venden con tal de llegar al poder, o de no soltarlo, que viene siendo lo mismo.
Lo increíble es que en este estado de cosas tan lamentable, en esta situación en la que los liberales son tan o más godos que los propios godos, muchos aún no entienden por qué le exigimos a nuestra Universidad, al Externado, que mantenga sus raíces intactas, que recuerde de dónde viene y cuál es su misión académica: impartir una educación liberal que forme ciudadanos demócratas que luche por el Estado Social de Derecho. O, en resumen, un alma mater que eduque en los principios del liberalismo, que los defienda, para ver si por fin algún día dejamos de tener tantos camaleones como Gaviria posando de liberales cuando no lo son.
Presuntos casos de acoso sexual en la Universidad no han salido a luz pública por el silencio de la administración actual. ¿A qué le temen los directivos?
Presuntos casos de acoso sexual en la Universidad no han salido a luz pública por el silencio de la administración actual. ¿A qué le temen los directivos?
Por: Juan Simón Vásquez.
Ex representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
En recientes noticias de la Universidad Externado de Colombia, aunque conocidas por muchos e incluso denunciadas y tildadas de calumnia por la administración actual, se conoció una red de acoso sexual laboral por parte de funcionarios cuyo prontuario no era ajeno a las directivas, por el contrario, tolerado por años en esa casa de estudios: El cartel de las faldas.
En efecto, fruto de la incapacidad de la administración actual para establecer un verdadero liderazgo y la necesidad de lograr adeptos en sus filas, ésta ha tolerado, por no decir que ha promovido con su silencio, una red desarticulada de acoso sexual a trabajadoras de la institución, hasta donde sabemos que solo involucra a funcionarias y como veremos más adelante, estudiantes.
No es casualidad ni sorpresa que, en diferentes dependencias de la Universidad, se observen este tipo de circunstancias a partir de las cuales una persona, con el propósito de proteger su estabilidad laboral o académica, deba apelar a acceder a pretensiones lujuriosas de jefes, e incluso docentes, pervertidos.
Juan Simón Vásquez, ex representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Hoy nos convoca una lamentable circunstancia que la persona afectada evidenció públicamente y conllevo a la renuncia del Director de Recursos Humanos, conocido entre los funcionarios como alias Jorge 50 -el 50, alude a la remuneración por servicios constreñidamente prestados- por presuntos actos de acoso sexual, empero estas líneas tienen por objeto hablar de lo que no se ha dicho hasta el momento, muy a pesar, de la estrategia de la administración actual por años, tendiente a mantener en silencio este secreto a gritos -entre los trabajadores-, y tildar de calumnioso a quien evidencia alguna de las tantas realidades que perturban la transparencia y buen andar del Externado, no gratis, la Universidad ha optado por comprar el silencio de las víctimas el que ha avaluado en 20 millones de pesos.
Según diferentes víctimas, la administración que lidera Henao habría tenido conocimiento de estas situaciones, e incluso escuchado los audios, que ha optado por desmentir en protección de personas cuya fidelidad requiere.
No obstante, corresponde ahondar en las circunstancias, en las cuales, las personas afectadas no han querido, o podido, evidenciar a la comunidad estas situaciones de acoso. No es una cuestión que genere novedad –como al comienzo establecimos-, como tampoco es una situación exclusiva de una persona o de una dependencia, pues existen múltiples quejosas que hoy viven esas circunstancias, porque la solución nunca es callar, por el contrario, resonar tan suerte que sus voces perturben al agresor en protección de sí mismos y de quienes los sucederán en la red de acosados.
Con la protesta que hoy convoca estas líneas, también hacemos un homenaje a las personas que, en el intento, han fenecido en la lucha, y que, de alguna u otra manera, han permitido institucionalizar en el tiempo el acoso sexual.
La verdadera pregunta es ¿Dónde están las medidas, o cuando menos, el interés de la administración actual en estas graves denuncias que han conocido y han optado por ocultar en perjuicio de la víctima y protección del victimario? Hemos sido advertidos por las propias víctimas, que estas conductas despiertan el escepticismo del Rector, jamás su interés. Situación muy oportuna para congraciarse con las personas que necesita para proteger su silla a la que, según él no está atornillado –pero no está dispuesto a tener destornilladores cerca-.
Los padres de familia de los estudiantes, los trabajadores y trabajadoras, los padres de estos, compañeros sentimentales, y en general, los miembros de la comunidad universitaria y sus seres queridos, demandan de la Universidad medidas contundentes y reales tendientes a construir un ambiente de tranquilidad y no la incertidumbre de un ambiente hostil donde prevalezca el acoso, no solo sexual, sino de ninguna naturaleza. Aspecto en el que la Directiva de la Universidad ha incurrido en mora, como en todos los aspectos que demandan la institucionalización de esa casa de estudios.
Juan Carlos y Martha deben ir a la tribuna pública a explicar cuántos casos de estos han conocido y “no ha sido con ellos”; y que compromete a los trabajadores. ¡Es hora de sindicalizarse!
La falta de apoyo a los docentes que representan a la Universidad en eventos internacionales, evidencia que El Externado se está ganando milagros con avemarías ajenas.
La Nueva Política de la Mendicidad en El Externado
La falta de apoyo a los docentes que representan a la Universidad en eventos internacionales, evidencia que El Externado se está ganando milagros con avemarías ajenas.
Por: Amparo Salazar.
Graduada de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
El continuismo descendente del actual Rector se está destacando por dos reformas importantes en las políticas del Externado: estamos pasando de la austeridad a la mendicidad y del federalismo al feudalismo. Vaya vergüenza, como el carácter austero y federal que nos hacía orgullosos se desvanece bajo el trono instaurado en estos oscuros tiempos.
Las directivas del Externado nos deberían explicar cuál fue el proceso de apoyo que recibió el profesor Rubio para representarnos en Grecia ¿Por qué un docente invitado a tan importante evento tiene que depender financieramente del Gobierno de Colombia o de la buena voluntad de un ciudadano griego para poder viajar? En cualquier otra universidad de excelente calidad académica este académico hubiera contado con el apoyo inmediato para sus pasajes y demás gastos. ¿Acaso el Externado está ganando milagros con avemarías ajenas? Este parece no ser un caso aislado.
La Doctora Paola Acosta ya nos contaba de la “burocracia cuenta pesetas” de la actual administración. Especialmente relacionada con temas de investigación y de viajes para representar al Externado en conferencias y eventos académicos. Esa política la justifican bajo el discurso de la austeridad que nos caracteriza. Desafortunadamente esto no es austeridad sino mendicidad. El Rector en los últimos años ha viajado a rincones tan lejanos como Sur África y ni qué decir de sus constantes viajes a Europa. Parece que la austeridad deja de existir en las orillas del círculo de poder, con salarios inescrutables y prebendas vergonzosas.
Parece que es el clientelismo y no la suficiencia intelectual quien dicta los sueldos y apoyos. Con tristeza vemos como el Dr. Bernal Pulido se ha tenido que ir del Externado. Sin lugar a duda una gran pérdida dictada por la arrogancia de las actuales directivas del Externado y una gran ganancia para la Universidad de La Sabana. https://www.youtube.com/watch?v=IWs_s4krvHU. Mientras tanto la Decana 5G, como en un acto taumatúrgico, sigue hablando de la cuarta revolución industrial y la inteligencia artificial, al tiempo que la inteligencia real y tangible emigra.
Como van las cosas el nuevo currículo de la Facultad de Derecho y las prioridades de investigación en la Universidad van a ser diseñadas por Pachón y los amigos de derechos de los negocios o del negocio del derecho.
Así las cosas, que no nos extrañe que las mentes más brillantes y dedicadas a la academia se empiecen a marchar del Externado ante el cansancio de las políticas feudales y de mendicidad.
El gabinete de fausto: historia de un pacto fallido con el Derecho
El temor incesante de salir del cómodo y gastado neoclasicismo, sin mirar hacia el futuro, tiene en el limbo a las facultades de Derecho.
Por: Óscar Carvajal.
Estudiante de cuarto año de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Mi escena favorita del Fausto es sin duda alguna, la conversación de Fausto con Mefistófeles. Fausto es un Doctor que con urgencia estudió filosofía, teología medicina y jurisprudencia, pero que lleva una vida inagotable de perro, y su visitante inesperado, es Mefistófeles (el diablo).
Este pequeño dialogo ocurre en el gabinete de estudio del profesor Fausto, rodeado de la polilla de los libros, la silla y el escritorio. Petrificado en el tiempo, por una capsula de algunos metros, que acartonan paredes y pensamientos.
En este lugar añejado, se presenta la posibilidad de un pacto con Mefisto, una ventana de escape. Mefisto le ofrece a Fausto, la posibilidad de sacudir la polilla, de sus ideas secas y su carácter cansado, por la aventura de la vida. La furiosa sensación, de que las ideas deben sacudirse con el tiempo, para que no se empocen y ‘’críen monstruos en la mente’’ como aconsejaba Blake. La vida como promesa, y la ciencia como felicidad en un mundo, donde la sangre y la carne, son personajes principales del pensamiento. Un pacto que viene a derrumbar siglos de ciencia filosófica y jurídica, ciencia de gabinete y pensamiento de salón, por un pensamiento, que levanta la polilla del código y del texto, y sale de él constantemente, como ir a una fuente de agua y volver, eso sí, con aire fresco. Con las ideas mojadas.
Fausto por supuesto, como buen romántico, decide apostar su alma por una idea. Decide saltar al abismo de lo desconocido, echar al traste el antiguo gabinete, por un estudio más cercano al sol y a los hombres. Fausto dio un arriesgado sí y movió a ruina, el enmohecido siglo XVlll, con su neo-clasicismo, y su gastada y nada vital, afiliación partidista a Grecia y Roma. No porque no fueran necesarios, sino porque eran pozos y no hoyos ni finales.
Lastimosamente, parece verse en las facultades de Derecho actuales, una negativa al pacto fáustico. Un temor incesante de salir del cómodo y gastado neoclasicismo, sin mirar hacia el futuro. El temor natural de pensar por sí mismos, sin ayuda de acudiente. De levantar el polvillo del escritorio, de salir de vez en vez, al pozo de las otras miradas. Un miedo de salir del código y tal vez, no saber regresar. Un miedo infecundo y paralizante para el pensamiento. Las ideas necesitan agua, y en ocasiones, de la nuestra, la más cercana.
Cuando inicié Derecho, me prometieron un pacto que nunca se cumplió. Un gran pacto que dé a luz, otra manera de estudiar el Derecho y de vivirlo en sociedad. Tenemos un pacto pendiente.
¿De cuándo acá tantos externadistas en medios y redes sociales defienden más al nefasto y peligrosísimo Estado de Opinión y no al Estado Social de Derecho?
¿De cuándo acá tantos externadistas en medios y redes sociales defienden más al nefasto y peligrosísimo Estado de Opinión y no al Estado Social de Derecho?
Por: María Antonia Pardo.
Graduada de la Universidad Externado de Colombia.
El 27 de septiembre de 1995 iba subiendo en buseta por la Candelaria hacia El Externado cuando me topé de frente con una imagen que jamás olvidaré: los destrozos de un atentado. El objetivo era Antonio José Cancino, reconocido catedrático de la Universidad, y quien para el momento defendía al entonces presidente Ernesto Samper Pizano en lo que se conoció como el Proceso 8.000. Para la época, yo cursaba cuarto semestre de Finanzas y Relaciones Internacionales, tenía 19 años y nunca antes había presenciado algo así, porque si bien soy de la generación de los bombazos y el narcoterrorismo, mi terruño de origen, Barranquilla, no era una ciudad particularmente violenta.
La fecha, aunque trágica, pues cobró la vida de dos seres humanos, la recuerdo con cariño porque ese día se encendió en mí una llama que sigue viva. Ese atentanto fue la chispa. Justo en ese momento entendí de qué hablaba Hinestrosa, el inolvidable Hinestrosa -el papá, no el hijo- cuando se refería al “talante externadista”. Bajé de la buseta y encontré en el parqueadero a un grupo de jóvenes estudiantes de Derecho convocando a una marcha de protesta. “¿Podemos ir los de Finanzas?”, pregunté. Decidí capar clase e irme con ellos en una nutrida manifestación espontánea por toda la Séptima, hasta el Hospital Militar, a donde se llevaron a Cancino y lo salvaron. Fue así como marché por primera vez en mi vida por el derecho al disenso, a vivir en paz, a que no nos maten por estar en orillas distintas, alcé mi voz de protesta en defensa de la democracia y de la diferencia. Marché por todo lo que yo creía entonces que era ser liberal. Y fui feliz. Y no por salir en la portada de Revista Semana, sino porque mis convicciones y yo hicimos clic.
María Antonia Pardo, graduada de la Universidad Externado de Colombia.
¿De ese Externado qué queda? La verdad no sé. Me entra la desesperanza cuando veo a tantos externadistas en medios y redes sociales defendiendo con uñas y dientes al nefasto y peligrosísimo Estado de Opinión y no al Estado Social de Derecho. Cuando leo a Iván Cancino, hijo de Antonio José, tan externadista como su padre, como su madre y como yo, o lo escucho dando alguna declaración o lo veo en fotos con algún personaje de esa “godarria” colombiana tan opuesta a todo lo que el Externado lleva más de un siglo combatiendo, me siento estupefacta. E Iván es solo un ejemplo visible de esos externadistas tan poco externadistas, pero son muchísimos, cientos, ¿Acaso miles? ¿Se murió el doctor Hinestrosa y se llevó consigo el ADN liberal del externadista? Muy preocupante.
Algunos dirán que exagero, que el Externado es el mismo, esa preciosa edificación con las mismas flores y los mismos árboles, pero como no me gusta mentir ni mentirme, les llevaré la contraria. El Externado no es el de antes y está en serio riesgo de convertirse en una institución más del montón, una que gradúa a personajes para que defiendan siempre el status quo a como dé lugar y no para que sean críticos del mismo.
Por eso estaré a partir de este mes con ustedes en este espacio de El Radical, pues creo que la academia tiene todo que ver con el rumbo del país. Si no queremos una Colombia empeñada en anular la voz de las minorías, del que piensa distinto, si no queremos un país que pretende amordarzar a quien controvierte, toca empezar por casa.
¿Qué está pasando con el nuevo Rector y por qué hay tantos quejas en voz bajita sobre su gestión poco democrática? ¿Ya no es el Externado la Universidad de las voces críticas, esa piedra en el zapato incómoda que pone a todos a pensar? ¿Algo queda del talante original con el que se creó hace 133 años la que se ufana de ser la primera universidad laica en el país? ¿Está acaso muriendo el último bastión del liberalismo en la academia?
Profesora de la Universidad Externado de Colombia.
Hago parte del Externado desde 1997. No digo que trabajo allí, afirmo, con orgullo, que soy parte de esa familia y que me preocupo por ella, que me esfuerzo por ella, que sus fallos son los míos, que sus triunfos me alegran. He trabajado en cada una de las aristas de la institución; conozco sus vaivenes administrativos, presupuestales, políticos y académicos. Todos saben de mi compromiso, creo poder hablar con legitimidad y sin que se me pueda tachar de enemiga de la institución –calificativo infame con el que se quiere acallar el disenso–.
Justamente por mi sentido de pertenencia, recibí con mucha alegría el nombramiento de una Decana en nuestra Facultad. Sabía que nos vendría bien un “¿nuevo?” timón.
Debo confesar que nunca había cruzado palabras con la Dra. Zapata; no conocía de sus virtudes académicas pero al leer sobre su experiencia sentí la ilusión de las nuevas oportunidades. Hace un par de días la vi por primera vez en el marco de la primera reunión que tuvo con el departamento de Derecho Constitucional, conocí su voz y, desde ella, sus anhelos y propuestas para la Facultad. He de decir que reconocí en la Decana el tono y algunos ademanes del maestro Hinestrosa y eso me gustó, me tranquilizó, echaba de menos el aplomo. Sin embargo, al avanzar el encuentro, la sabiduría del Maestro se desvaneció; el silencio prudente, los consejos sesudos, la actitud de escucha que lo caracterizó abandonaron el aula y fueron remplazados por la actitud reactiva de la Decana.
Paola Andrea Acosta, profesora de la Universidad Externado de Colombia.
Entiendo lo difícil de su rol, lo complicado que debe ser lidiar con las expectativas de decenas de profesores, las talanqueras institucionales –reales o articuladas– ante las que se enfrenta su trabajo, pero no puedo evitar decir que no esperaba un monólogo tan institucionalizado como el suyo. Pude comprobar, por lo dicho por mis compañeros durante la reunión y al salir de ella, que –casi– todos, aunque varios no lo reconocerían públicamente, sentimos lo mismo. ¡Angustia externadista! El corrillo de pasillo en el que nos convertimos gritaba frustración.
Espero honestamente estar equivocada. Confío en que la Decana reconsiderará su postura sobre la importancia de la investigación articulada (ese fue el tema de ‘desencuentro’) de cara a nuestro trabajo, los estudiantes, las acreditaciones y el país.
Anhelo que nuestra insistencia en tener una estructura de apoyo y una política institucional sobre la investigación, como cualquier otra universidad del país o del mundo, cale en su proyecto institucional. Ojalá pueda llegar a ver que la investigación no se limita –como insistió– al pago de salarios a los investigadores quienes ante los incentivos externos, la carga administrativa o académica prefieren dejar de investigar; que la articulación inter-facultades por la que aboga no se logra tan solo con el puerta a puerta; que las relaciones con entidades de prestigio, se construyen a pulso y con recursos y no haciéndole pagar a sus profesores los almuerzos de los invitados institucionales en la casa externadista; que acceder a los dineros externos destinados a la investigación es imposible en medio de la actual burocracia institucional; que se está gastando de más en lo que no se debe ante las talanqueras de la oficina financiera y la burocracia cuenta pesetas que la rodea; que los profesores no tenemos por que pagar de nuestros bolsillos los pasajes para ir a trabajar (si, ¡porque eso es trabajar!) a una conferencia; que las convocatorias institucionales para acceder a recursos con ocasión de proyectos bien definidos son fundamentales para los propósitos que ella y el Rector señalan como prioritarios; en fin, que sin una política e institucionalidad perfilada por y para la investigación, nos quedaremos atrás y dejaremos de ser la institución de primera línea que somos; que decir y hacer no es lo mismo y que, cuando se trata de universidad ¡la investigación es prioridad!.
Espero que el próximo encuentro sea verdaderamente dialógico y resulte, por el bien de nuestra casa, mi casa, en propuestas productivas y no en un listado de excusas que se repiten como mantras caducos. Somos conscientes de los obstáculos, de la necesidad de prudencia, de nuestro talante austero pero por ellos, y no a pesar de ellos, queremos una política institucional en torno a la investigación.
Ojalá podamos poner a marchar este proyecto pronto, de común acuerdo, como una herencia que, basada en la gratitud, dejamos los que estamos ahora a los que vienen en frente y no como resultado de una amenaza de pérdida de acreditación luego de que los pares vengan a casa y vean cuán difícil es, pese a lo que se dice, hacer investigación en el Externado.
La actitud de taparse los ojos y hacer borrón y cuenta nueva no es la solución para resolver las diferencias que hoy tienen sumergida en una crisis institucional al Externado.
La actitud de taparse los ojos y hacer borrón y cuenta nueva no es la solución para resolver las diferencias que hoy tienen sumergida en una crisis institucional al Externado.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Me aterra pensar que la bandera del entendimiento que algunos amigos del Rector Henao y defensores a ultranza del decadente Consejo Directivo se esté blandiendo a partir de una postulación inadmisible. Algunas de esas voces se aproximan con lo que tiene más sabor de amenaza que de reconciliación a proponer que nos olvidemos de los malos ratos del pasado y que discutamos todo hacia el futuro porque se está haciendo mucho daño a la Universidad. Mejor dicho borrón y cuenta nueva, o en términos políticos, una especie de ley de punto final.
No sólo es inútil sino sobre todo inmoral pretender solucionar la grave crisis que atraviesa el Externado, que las directivas reiteradamente desconocen con el argumento de que la oposición son solamente cuatro gatos, pretendiendo echarle polvo a las justas reclamaciones que se han hecho. Esas peticiones públicas todas tienen justificación y en especial sustento ético inquebrantable e irrenunciable.
Ramiro Bejarano, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
A nadie sensato y cumplidor del deber puede parecerle una aventura demandar a una administración que está perpetuada en el poder de la Universidad, el cual maneja a sus anchas y últimamente en tono creciente de arbitrariedad y persecución, que rinda cuentas de su gestión, que convoque a elecciones transparentes para que los representantes del profesorado en el Consejo Directivo puedan ser reemplazados, que abra espacios democráticos para que los puestos de comando en la Institución no sean distribuidos a dedo entre los consentidos del establecimiento rectoral, como ocurrió recientemente con la decanatura de Derecho, para solo mencionar unas pocas perlas de lo que es una crisis de proporciones preocupantes.
El discurso de quienes vienen implorando que guardemos silencio y que las aguas vuelvan al cauce de donde nunca debieron desbordarse, no es una salida perdurable ni segura para una Universidad que, como el Externado, además de estar urgida de pedir a sus dirigentes que no la administren como si se tratara de un jugoso bien relicto de una sucesión, requiere profundos cambios.
Está dicho que todos los externadistas queremos nuestra Universidad, pero hay diferentes maneras de quererla. A quienes prefieren apreciarla en silencio mientras son testigos mudos del derrumbe institucional, hay que respetarles esa actitud silente, porque en ocasiones ello hace parte del torrente sanguíneo de cada quien; empero, a quienes no podemos permanecer neutrales ante lo que sucede, porque eso es una forma peligrosa de tomar partido, invitamos la comunidad a perder el miedo, a despojarse de los mezquinos intereses económicos o salariales y reclamar el derecho a que el Externado de antaño resucite de entre las cenizas en que lo ha convertido el Rector Henao y su privilegiada casta de mandamases que como en las dictaduras se aferra ciega y obstinadamente al poder.
¿Ha sufrido deterioro la Universidad como consecuencia de esta crisis que manchó para siempre la actual rectoría? Sin duda, eso es imposible no verlo. Pero la solución no puede ser olvidémonos de todo, conversemos hacia el futuro y claudiquemos en las reclamaciones del pasado, y hagamos de cuenta que la administración sí rindió las cuentas que nunca ha rendido, que permitió la realización de una auditoria que tampoco dejó ejecutar, y que no se han repartido canonjías para mantener vigente un estado de cosas descompuesto que se hunde en el mar del descrédito.
Lo que ha pasado no es menos grave de lo que está por pasar si no se da un timonazo que sacuda las viejas estructuras personalistas de una Universidad que parece escudada en la estrategia de valerse de la honrosa memoria y nombre de un solo hombre, que en no extraviarse en la búsqueda del imperativo categórico de encontrar un destino próspero, pluralista, transparente, democrático, alejado de las castas familiares o los conciliábulos.
La administración del Externado de estos tiempos ahora invoca el artificio de la manipulación de encuestas, a pesar de que ninguna de ella da tranquilidad, pues, por ejemplo, las mediciones a varias de las facultades, no solo a la de Derecho, muestran que algo delicado está sucediendo. En efecto, mientras el Externado desfigura algunas estadísticas, la verdad en la realidad es otra. Y la forma de reconstruir el prestigio no es hablando de lo que fuimos, sino de lo que seamos capaces de hacer en los tempestuosos tiempos que nos tocará enfrentar.
Hay que cambiar el discurso. La solución no puede ser el “deje así” y sigamos para adelante. No nos lo perdonarían las futuras generaciones de los externadistas que aspiramos que vuelvan a tocar las puertas de la sagrada heredad. El futuro no se construye sino sobre la base de un pasado confiable y honorable.
Según el ranking QS 2019–2020, la Universidad Externado de Colombia perdió 73 puestos en comparación con el año anterior. Señores que manejan la página Web institucional, no hay nada que celebrar y las noticias hay que darlas completas.
Según el ranking QS 2019–2020, la Universidad Externado de Colombia perdió 73 puestos en comparación con el año anterior. Señores que manejan la página Web institucional, no hay nada que celebrar y las noticias hay que darlas completas.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
La presentación de cifras y datos de forma desfigurada o parcial por parte de gobernantes y empresarios para ganar indulgencias con padre nuestros ajenos, es una práctica malsana que ha hecho carrera. Por fortuna las redes y el acceso a la tecnología de la información permiten cada vez más poner en evidencia a quienes acuden a ese expediente, algunas veces de buena fe, otras por torpeza y en no pocas de forma calculada para despistar incautos. De esa forma quienes no “tragamos entero” estamos en posibilidad de ir un poquito más allá y hacer una lectura juiciosa de los datos que se presentan de manera acomodaticia.
En estos días hice la tarea. No para “darle bate” a la Universidad, como me dijo un querido amigo que se ha dejado contaminar de la tesis que se prohíja desde las altas esferas de poder del Externado para estigmatizar las voces -cada vez más numerosas- que hacen justos reclamos de transparencia, sino para encender las alarmas y se recupere el rumbo de nuestra Universidad, por cierto cada vez más extraviado.
Juan Pablo Estrada, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
¿Qué dato me puso en el plan de ratón de biblioteca? Fue la revelación en varios medios de comunicación –El Tiempo y El Espectador– del ranking internacional QS 2019–2020, al que se le hizo eco en la página Web institucional de la Universidad, destacando que “una vez más el Externado de Colombia se ubicó entre las 500 mejores instituciones de educación superior del mundo” lo que me puso a investigar. Y es que el titular me alegró, pero me generó varios interrogantes.
Primero me pregunté ¿Cuántas universidades hay en el mundo? porque un listado de 500 me parecía excesivo. Mi precario trabajo de investigación me permitió evidenciar que, según las cifras que manejan distintos portales, se estiman en 19.000 los centros de educación superior, con 4.000 en solo América Latina. En esa medida, mi primera preocupación quedó superada. Estar entre las 500 no es mala cosa. Pero ya el segundo párrafo de la nota publicada en nuestra página Web no me alegró tanto. Los Andes (puesto 234) y la Nacional (puesto 253) se ubicaron dentro de las 300 primeras. Nuestro Externado (480) cerca del final de la tabla. Igual, mantuve el optimismo y me dije como consuelo: estamos en las 500.
El dato que si me mortificó y que espero esté siendo analizado de manera juiciosa por nuestro Rector y el Consejo Directivo, fue el que encontré en varios medios que analizaron los resultados del ranking y que, seguramente por un olvido no se mencionó en la noticia publicada en la página Web del Externado. Varias de las universidades colombianas subieron de puesto en el publicitado escalafón. La Nacional y Los Andes encabezan ese listado. Y solo una universidad había descendido en comparación con la medición anterior. Como dice mi tía, la risa se me volvió llanto cuando confirmé con mis búsquedas que nuestro Externado era esa universidad a la que, sin mencionar -seguro por prudencia o vaya uno a saber por qué razón- se referían El Tiempo y El Espectador en sus notas.
En efecto, en el mismo ranking QS 2018–2019, nuestra universidad ocupaba el puesto 407 entre las 500. Hoy en la medición 2019–2020, ocupamos el puesto 480. ¡En un año perdimos 73 puestos! ¡Esa es la noticia! y no creo que sea para celebrar. ¿Qué nos pasó si vamos volando, como dicen por ahí? Me quedaré esperando la explicación, pero ahí le dejo el dato a los que le hicieron tanta bulla a las mentiras verdaderas de nuestra página Web.
Posdata. Y si lo del ranking QS es una mala noticia, ni hablar de los resultados de la Facultad de Derecho en las Pruebas Saber Pro: el noveno puesto por debajo de Icesi, Eafit, Sabana y la Universidad del Norte. ¿Vamos volando o empezamos a planear?
Al Externado le hace falta recorrer un largo camino en investigación científica y actualmente no cuenta con una política institucional acertada para su fomento.
Al Externado le hace falta recorrer un largo camino en investigación científica y actualmente no cuenta con una política institucional acertada para su fomento.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Desde hace varios años se viene hablando en el Externado de la necesidad de un estatuto docente, a lo cual se agrega, al menos en su Facultad de Derecho, una discusión ya envejecida sobre la reforma de su plan de estudios. Si se trata de propuestas serias, entonces es necesario aprovechar esas dinámicas para decidir qué lugar va a ocupar en el quehacer profesoral la docencia (o enseñanza) y cuál va a ser el de la investigación, lo cual, por lo demás, significa nada menos que definir el perfil futuro de la Universidad.
Admitamos que hasta ahora el Externado ha sido una institución profundamente profesionalizante, que por tanto los docentes hemos estado volcados hacia la enseñanza, y que la investigación científica no ha sido nuestra seña de identidad. Admitamos también que esa labor profesionalizante ha sido históricamente exitosa: los egresados del Externado han gozado de reputación como buenos profesionales, entre nuestro personal ha habido siempre catedráticos sobresalientes y afamados, y las aulas de nuestra montaña siempre han estado repletas de estudiantes que, en general, quedan satisfechos con la formación que reciben. Desde que yo conozco al Externado lo que se reconoce es la docencia, lo que se remunera es la docencia y lo que se evalúa es la docencia. Y según muchos indicadores, eso históricamente ha funcionado bien.
Néstor Osuna, profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Tal vez sea lo anterior lo que nos ha llevado a darle un papel secundario a la investigación, respecto de la cual no hay una política institucional acertada para su fomento. Las autoridades de la Universidad han considerado que la investigación es un apéndice de la docencia, se han negado a admitir que es costosa (y que la remuneración del investigador es sólo uno de sus rubros), que sus resultados no son inmediatos y por tanto no se pueden medir en ciclos semestrales o anuales (tal vez tampoco en términos individuales), y que en las ciencias sociales la investigación nunca ha tenido, en general, el reconocimiento del que sí goza en otras áreas del conocimiento.
Esta situación personalmente la percibo como un bloqueo institucional a la investigación, pero en los tiempos más recientes, lo que hemos visto es que las autoridades de la Universidad simplemente han incorporado una especie de mantra regañón en sus exposiciones ante los profesores, a los que ritualmente nos reprochan que los productos de investigación son escasos y de poca relevancia. ¿Escasos respecto de qué? ¿Del número de horas de clase impartidas? ¿De su contribución a las finanzas de la Universidad? ¿Poco relevantes según qué parámetros? ¿Los de las ciencias exactas?
Por fortuna las cosas parecen comenzar a aclararse, o al menos eso puede deducirse de una reciente reunión entre la Decana de la Facultad de Derecho y el cuerpo docente del área de Derecho Constitucional. Allí quedó en evidencia que no se trata de que los profesores estén desentendidos de la investigación, sino que han hecho, y muy bien, precisamente lo que la Universidad históricamente ha fomentado: enseñar Derecho; y como apéndice se han ingeniado lo mejor que han podido para ofrecer resultados de investigación. Todo esto sin un fomento adecuado para esa actividad, que comienza por la inexistencia de metas y planes concertados, y de una muy errada decisión de la administración, en virtud de la cual a los proyectos de investigación no se le destinan fondos económicos específicos.
Seamos serios: la investigación científica no se impulsa manipulando miedos o sentimientos de culpa entre los investigadores y la Universidad no puede esperar que por un cierto arte de magia, sin ningún esfuerzo institucional, lluevan consultorías, indexaciones, patentes, equipos científicos y resultados, en fin, como los que la docencia sí le ha reportado gracias a todo lo que hizo para llegar a ese lugar.
La desactualización de sus programas, junto con la falta de preparación de los estudiantes para realizar estas pruebas, ha llevado a que la Universidad pierda posiciones de prestigio en los rankings académicos.
¿Por qué el Externado ha perdido el liderazgo en los exámenes de Estado?
La desactualización de sus programas, junto con la falta de preparación de los estudiantes para realizar estas pruebas, ha llevado a que la Universidad pierda posiciones de prestigio en los rankings académicos.
Por: Hernando Parra.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
La búsqueda de un indicador de calidad en la educación ha sido una constante preocupación de los diseñadores de las políticas públicas, no solo respecto de la educación media sino también de la educación universitaria. Para el caso de esta última, en 2003 y por medio del Decreto 1781 de entonces, se regularon los Exámenes de Calidad de la Educación Superior–ECAES, como prueba académica oficial y obligatoria, cuyo objetivo fue, por un lado, comprobar las competencias de los estudiantes en las áreas de su formación y, por otro, crear un sistema progresivo de evaluación de las entidades prestadoras del servicio educativo, tanto públicas como privadas.
En marcha estas nuevas pruebas, las facultades de Derecho, junto con las de Ciencias de la Salud e Ingenierías, configuraron los primeros grupos llamados a atenderlas, en aplicación de un sistema piloto para su primera fase de ejecución. Así pues, el Externado de Colombia, consciente de su liderazgo y reconocimiento en el país, aceptó el reto y se inscribió para el primer ejercicio, propósito en el cual lo acompañaron algunas otras importantes instituciones educativas.
Hernando Parra, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Admitida entonces su participación, nuestra Casa de Estudios asumió este desafío con el rigor y seriedad que le eran característicos para entonces, y fue así como se conformó de manera inmediata un grupo interdisciplinario de profesores que elaboraron bancos de preguntas, organizaron jornadas de repaso académico en áreas esenciales y buscaron el respaldó de expertos en la metodología de las pruebas, de manera tal que los estudiantes recibieron también una instrucción preparatoria en la técnica de los nuevos exámenes, todo con miras a asegurar un destacado desempeño que ratificara la alta calidad de los estudios en el Externado.
El primer resultado fue altamente satisfactorio, pues la Facultad de Derecho del Externado se ubicó a la vanguardia de las de su misma clase en el país, y por buenos años se mantuvo entre el primero y tercer puesto, para el orgullo de toda la institución.
Estas mismas pruebas, que ahora se denominan Saber Pro, reguladas por el Decreto 3963 de 2009, tienen idénticos objetivos, y por ellos su resultado debe ser divulgado periódicamente, habiéndose conocido su más reciente reporte de mayo, en el cual apreciamos un resultado que ciertamente ha generado justificado desconcierto, en cuanto al Externado se refiere.
En efecto, en la página de prensa del Ministerio de Educación Nacional, se anunció el pasado 30 de mayo, el grupo de las 10 universidades líderes en 2019, por haber obtenido los más altos resultados en las pruebas Saber Pro, en las áreas de administración, economía, ingeniería, derecho, contaduría y ciencias naturales, grupo en el cual el ilustre ausente fue el Externado.
Pero si lo anterior no fuese suficiente motivo de inquietud, al revisar la ubicación de la Facultad de Derecho del Externado, como producto de las mismas pruebas, la encontramos en un sexto lugar, muy distante de aquellos puestos que tradicionalmente se esforzó por ocupar. ¿Qué ha sucedido entonces? ¿Cuál es la razón de este notorio descenso en estas pruebas de Estado?
La respuesta a los interrogantes anteriores no puede ser la de encogimiento de hombros, respaldada solamente en el supuesto “continuismo ascendente”, que una realidad como esta desvirtúa categóricamente. La razón de lo ocurrido, entre otros factores, se encuentra en el abandono del rigor en la preparación de estas pruebas, pero también -y esencialmente- en el hecho de haber dejado de lado el afán por actualizar los programas académicos y ajustarlos a las nuevas tendencias pedagógicas, a las estructuras de aprendizaje propias del estudiantado de hoy y al menosprecio por valorar las competencias que se reclaman de los profesionales en la actualidad.
Lo que se predica acerca del programa de Derecho puede aplicarse igualmente a las demás facultades. Ahora bien, lo cierto es que en el caso específico de la Facultad de Derecho se nos hizo tarde para renovar el pensum y hemos hecho caso omiso del llamado de los estudiantes y profesores que reclaman atención a esta necesidad. El Rector, quien ha debido ponerse en frente de esa iniciativa hace años, optó por abandonar la exclusividad que el cargo le imponía, y por dedicarse al protagonismo en tareas extrauniversitarias que no le eran propias, desatendió labores prioritarias como esta.
No podemos desconocer, además, que los sistemas educativos están en continua trasformación a nivel mundial, y de allí la necesidad imperiosa de que los programas del Externado no queden rezagados, por lo cual el llamado debe ser tanto a profesores como a estudiantes; a los primeros para exhortarlos, no solo a su actualización científica con el apoyo institucional, sino también a su renovación en las técnicas y tecnologías de la pedagogía; y a los últimos para que exijan una formación en las capacidades que de ellos espera la sociedad contemporánea.
Marginarnos de los anteriores postulados puede conducirnos a un mayor descenso en el llamado ranking universitario y también por facultades.
Ojalá las directivas de la Universidad tengan la grandeza de convocar a un trabajo conjunto ante la coyuntura descrita, antes de que nos desplacen tendencias innovadoras como la de las instituciones educativas sin profesores y sin libros, para cuya simple referencia basta con acercarse a la famosa École 42.
Es urgente organizar el Consejo de Profesores y su Secretaría, asimismo es necesario renovar el Consejo Directivo, uno que trabaje bajo los supuestos de la democracia y la transparencia, y no defendiendo solo sus intereses personales.
Es urgente organizar el Consejo de Profesores y su Secretaría, asimismo es necesario renovar el Consejo Directivo, uno que trabaje bajo los supuestos de la democracia y la transparencia, y no defendiendo solo sus intereses personales.
Por: Saúl Sotomonte.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
En un reportaje hecho al Dr. Fernando Hinestrosa en 2003, al preguntarle por el origen y el futuro de la Universidad Externado, afirmó: “Fiel a su espíritu de nacimiento y de siempre. Independiente, altiva, libertaria, democrática, solidarista, exigente académicamente, éticamente intransigente. Formadora de ciudadanos plenos, autónomos, con fe en una patria civilizada e igualitaria. Prestante y respetada dentro y fuera del país, a la vanguardia en la calidad, en la innovación, en el descubrimiento y el estímulo de la vocación de docentes e investigadores, en la percepción de las necesidades del país en materia de formación profesional y en el hallazgo de respuestas acertadas”.
Quizá pensando en lo dicho por nuestro maestro, dentro de las importantes publicaciones que hace la Universidad, en 2018 se hicieron dos muy relevantes. La primera, “La luz no se extingue”, queriendo significar la permanencia de los valores institucionales; y la segunda, “Corrupción en Colombia”, pretendiendo con ésta estar presente en la lucha contra tal flagelo.
Saúl Sotomonte, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Sin embargo, ante el fallecimiento del Rector Hinestrosa y con la llegada de una dirección desordenada e incoherente y sin claro compromiso institucional, se entró en un proceso de estancamiento, en donde se empezó a diseñar el fortalecimiento de intereses familiares y de la figuración personal en procura de conexiones políticas avanzadas profesionales, dejando a la Universidad sin liderazgo alguno, para lo cual se requiere tener el debido equilibrio en las decisiones, el desprendimiento de intereses personales en bien de la misma, una capacidad de convocatoria, valores éticos bien aplicados y la autoridad científica y académica para el cumplimiento del encargo; y éste a su vez debe estar soportado en la gestión de un Consejo Directivo integrado por profesores y estudiantes que tengan los mismos valores, que gocen de total independencia y que exijan que se les tenga en cuenta para las decisiones más importantes y no únicamente para consolidar indebidas pretensiones, como aconteció con “La ley del silencio” aprobada para no dar a conocer de manera oportuna las cuentas, especialmente en el detalle de cada egreso antes de la discusión de las mismas, y para no publicar el contenido de las actas y todo lo acontecido con la reelección aprobada de Henao. Lo anterior, acompañado de unos controles imperfectos, ya que el Rector participó en la nominación de las firmas candidatas a la Revisoría Fiscal y la designada terminó teniendo intereses profesionales en el Grupo económico del cual hace parte la institución.
Otro tanto sucedió con la firma auditora, cuyo trabajo no se ha dado conocer como tampoco las conclusiones definitivas de la firma contratada para analizar el Gobierno de la Fundación.
Frente a este comportamiento es necesario preguntar ¿Por qué el silencio? ¿Por qué a la comunidad se le cuentan las cosas a medias? ¿Es esa la transparencia, la democracia y el decoro anhelados?
Invito a recoger las citadas publicaciones, porque tales principios que allí se citan están en vía de extinción.
Frente a este panorama tan oscuro e incierto, es claro que la comunidad externadista formada por exalumnos, estudiantes y profesores, debe tomar conciencia e iniciar un proceso de recuperación de su Universidad para no perder lo que le queda de bueno y volver a posicionarla en el buen lugar al que tiene derecho.
Para esto, es indispensable que bajo los supuestos de la democracia y de la transparencia se organice el Consejo de Profesores y su Secretaría, asimismo se renueve el Consejo Directivo con jóvenes valores que reúnan esas condiciones y que, superando anhelos personales, se entreguen a la defensa de la institución y de sus únicos beneficiarios que son los estudiantes que allí ingresan.
De estas decisiones surgirá el futuro Rector de quien esperamos sentirnos orgullosos como en otras épocas. Invito a la comunidad a hacer un gran debate para que públicamente se opine y se hagan propuestas.
Finalmente, son tres los frentes por atender. El administrativo, el académico y el patrimonial, para los cuales de manera breve propongo para los primeros dos puntos lo siguiente: en lo administrativo, conformar un Gobierno democrático y trasparente sin poderes concentrados y que cuente con una verdadera carrera profesoral; y en lo académico, es necesario la modernización de los programas sin abandonar la formación sustancial.
La ausencia de este documento pareciera ser la causa de la “renuncia” de muchos profesores, como la del reconocido Carlos Bernal.
Por: Juan Simón Vásquez.
Ex representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
No es novedoso para la comunidad universitaria decir adiós a los profesores, de hecho y con la ayuda del tiempo, se ha tornado común ver partir a docentes de excepcionales condiciones. En efecto, la Universidad Externado a lo largo del tiempo y bajo el yugo de sus diferentes rectores, se ha transformado en un jardín de bonsáis a partir del cual, nadie puede crecer más que la cabeza de la institución, el Rector.
De esta manera, puede notarse como su esquema docente, desde antaño, ha consistido en la existencia de un Rector que se torna patriarca de bonsáis y que cuenta con el apoyo de un conjunto o club de aduladores que lo sostienen en el poder y que lo llevan a la cúspide en busca de relevancia nacional bajo una supuesta legitimidad académica. Como respuesta a esta labor, este patriarca procede a distribuir en los diferentes espacios de la burocracia política y judicial a sus alfiles, quienes le deben fidelidad, o eso espera él.
Juan Simón Vásquez, ex representante de Estudiantes ante el Consejo Directivo de la Universidad Externado de Colombia.
Aspectos como el descrito, cobran vital importancia, especialmente cuando un bonsái pretende desafiar u opacar al patriarca del jardín, situación que no tiene mayor grado de complejidad en la actualidad.
Hoy nos convoca una duda visceral, como quiera que uno de los docentes más cercanos al Rector y al claustro universitario, como lo es Carlos Bernal Pulido, ha optado por abandonar las aulas de la institución. No es una renuncia cualquiera, ni mucho menos, aislada. Alguna diferencia tuvo que suscitar en la intolerante clase dirigente de la Universidad, pues no respaldarla es percibido como un acto de desobediencia. Bajo esta línea decenas de profesores han “renunciado” después de fuertes diferencias con el Rector de turno.
Independientemente a las razones que convocan la partida de Carlos Bernal, lo cierto es que la Universidad no es la misma a partir de la posesión de la Secretaria General. Esta destacada metamorfosis que ha sufrido la Casa de Estudios es promotora de intolerancia generalizada para quienes con nostalgia recuerdan una institución con visos de libertad.
Esa metamorfosis debe llevar a un estudio crítico de lo que se está haciendo mal. Esto implica mirar hacia adentro con una premisa de valoración objetiva de circunstancias, de suerte que el sesgo es el arma de autodestrucción más grande que existe. La administración actual no solo es sesgada, tampoco admite contrariedad y cuando pretende parecer objetiva requiere de conceptos de aduladores a sueldo.
La partida de Carlos Bernal no es una simple casualidad, hay que recordar que la administración de la Universidad espera de sus docentes lealtad como académicos, pero también como servidores públicos, pues debemos recordar que la silla del magistrado Bernal tuvo lugar con ocasión de acuerdos privados entre el Presidente Santos y Juan Carlos Henao, quien probablemente esperaba considerar al magistrado y docente como un alfil suyo en la Corte Constitucional.
Carlos Bernal abandona las aulas del Externado ¿Por qué? o ¿Por quién? Son interrogantes que despliegan todo tipo de dudas, pues la cercanía entre él y el Rector fue estrecha. Pero más importante aún es conocer ¿Qué profesores están pensando o han pensado en tomar la misma decisión? Pues como es vox populi hay muchos docentes inconformes con el sistema actual, que silenciosos esperan una oportunidad de abandonar las aulas del claustro.
Situaciones como la actual demandan urgente la implementación de un Estatuto Docente que sustituya el régimen clientelar existente en la Universidad. El Consejo Directivo, incapaz de actuar, continúa escribiendo un capítulo lamentable en los anales del Externado cuyo título será: Época de Penuria, pues su rol en la institución ha consistido en ocupar mesas principales en eventos y asientos preferenciales en entierros.
Para el lector desprevenido, efectivamente el anuncio, de índole comercial, ubica a nuestra Universidad entre la crema innata de la intelectualidad mundial. Pero la realidad no es así. Solo basta con leer en detalle el anuncio y darse cuenta de que en temas de investigación e internacionalización esta casa de estudios tiene un nivel bajísimo.
Para que esta institución se pueda considerar entre la élite de calidad académica debe tener por lo menos 4 estrellas en investigación e internacionalización. En este momento tiene tan solo 2, la cual la ubica entre las universidades de baja calidad académica.
El Externado tiene 4 estrellas en general porque compensa sus deficiencias académicas con su prestigio y fortaleza financiera, entre otros factores. Es una lástima que la Universidad en vez de reflexionar sobre esas debilidades para generar responsabilidades y cambios, trate de mantener un aura de arrogancia y superioridad intelectual.
Miremos en detalle las cifras de la investigación y comparémoslas con otras universidades en Colombia.
Mientras que en el Externado tenemos 367 publicaciones indexadas en SCOPUS, que es lo que cuenta internacionalmente, los Andes tiene 9.943. La diferencia es abrumadora. Pero debemos tener en cuenta que esta última tiene ciencias puras y naturales.
Así que miremos solamente las ciencias sociales donde el Externado tiene la ilusión de ser fuerte. En ese campo tenemos 202 publicaciones, mientras que los Andes 1.512, La Sabana 307 y la Uninorte 395, por tan solo mencionar algunas. Es decir, en ciencias sociales, que es donde se ubica Derecho, el Externado está muy por debajo de muchas otras universidades.
Miremos ahora en detalle esas 367 publicaciones en ciencias sociales. Los docentes e investigadores del Externado no tienen ninguna proyección internacional real. De esas 367 publicaciones, 63 son en la Revista de Economía Institucional, 23 en la Revista de Derecho Privado y 22 en la Revista Derecho del Estado, las cuales son las únicas revistas del Externado que tienen valor a nivel internacional.
Es decir, de 367 publicaciones un centenar son en revistas de nuestra misma casa. Además, tan solo un libro cuenta dentro de las publicaciones vinculadas al Externado, una por el profesor Luis Eslava, que de hecho al mirar con profundidad es realmente docente de la Universidad de Kent, Inglaterra.
Sin ninguna vergüenza El Externado anuncia que “comparado con 2014, la publicación de artículos de nuestros investigadores en revistas de alto impacto ha crecido en 60%”. Efectivamente, en ciencias sociales ese año fueron 29 publicaciones y 44 en 2018. Pero los Andes tuvo 770 publicaciones en 2014 y 1.077 en 2018, La Sabana 126 en 2014 y 225 en 2018, y la Uninorte 175 en 2014 y 343 en 2018.
Si miramos esas cifras, en el Externado el crecimiento de publicaciones de calidad está por debajo que las de su competencia, lo cual en el mediano y largo plazo nos colocará en una posición muy desventajada.
Ahora bien, si es cierto que el Externado tiene cientos de profesores con doctorado, vale la pena preguntarnos a que están dedicados. Seguramente están muy ocupados en cualquier cosa menos en hacer investigación de calidad. Lo que vemos es una cantidad de revistas y de blogs que son de una calidad dudosa y que no tienen ningún valor académico real. Las personas encargadas de internacionalización e investigación parecen novatos improvisando en un mundo que no da espera.
Mientras las directivas tratan de vender la idea que somos de la élite académica, el mundo sigue girando y nosotros dormidos en nuestros laureles.
Mientras los estudiantes de la Facultad de Derecho del Externado se crean mejor que los demás, la comunidad académica se seguirá viendo débil y fracturada.
La necesidad del diálogo y el reconocimiento del otro
Mientras los estudiantes de la Facultad de Derecho del Externado se crean mejor que los demás, la comunidad académica se seguirá viendo débil y fracturada.
Por: Camilo Carmona Castaño.
Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Inicié en el Externado con la plena seguridad de que sería un lugar de innovación, creatividad y apoyo a la investigación, lo cual evidencié en mis días de estudio en la Facultad de Derecho.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo noté la existencia de otras facultades cuyos ánimos giraban en torno, no solo a brindar calidad en sus programas, sino a construirse de manera más sólida. Al compartir con personas pertenecientes a estas unidades académicas pude evidenciar grandes brechas entre los estudiantes de cada Facultad, dando lugar a desmesurados abismos y marcados hálitos de superioridad. Principalmente desde los estudiantes de Derecho, quienes en ocasiones incurrimos en el grave error de creer que somos los únicos en la Universidad y que no necesitamos de otra Facultad.
Tales creencias suscitan mayores diferencias entre el estudiantado y generan división en el mismo, lo que a su vez nos aparta de las vivencias de los demás, dejando una comunidad grande pero débil y fracturada.
Camilo Carmona Castaño, estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia.
Un espacio de libertad debe partir de un ambiente de igualdad y es necesario el trato de igual a igual no solo en la dupla estudiante-docente, tal como lo mencionó otro columnista, sino también entre los mismos estudiantes. Por lo anterior, debemos enfocarnos en la omisión al principio de ver al otro como igual, en su capacidad de pensar y razonar, pues una universidad excelente en ciencias humanas no puede dejar de lado su parte de humanidad, en donde vemos al otro como igual y aprendemos de él, donde nos reconocemos a nosotros mismos por medio del otro.
¿Cómo tener humanidad creyendo en carreras superiores? Se trata entonces de humanizar las humanidades, trabajo que implica una difícil labor, pero cuya necesidad se presenta a la vista para los científicos sociales. La razón de esta “superioridad”, creo yo, son los pocos espacios interdisciplinarios y las investigaciones aisladas que no permiten el crecimiento de los estudiantes y el reconocimiento de los otros como iguales.
En algunas oportunidades he podido escuchar a los estudiantes de Derecho mencionar que quienes no estudian esta carrera no tendrán futuro. Sin embargo, también he escuchado a los alumnos de otras facultades creyendo que los Derecho no tienen la capacidad de comprender los hitos históricos o las complejidades de algunos autores y su aplicación en la realidad. Así que, no es solo una cuestión que deba desarrollarse en la Facultad de Derecho sino que es trabajo de todo el cuerpo universitario, tanto estudiantes como docentes, pues no es posible seguir creyendo en la división ellos-nosotros para crecer como facultades, más bien debemos incentivar espacios de participación, lo cual no significa crear doble programa en Derecho, pero sí implica la reestructuración a espacios de convergencia.
Durante el tiempo que he estado en anticomaniacos, grupo cultural de la Universidad abierto a toda la comunidad, en el que se discuten y comprenden problemas de la actualidad por medio de la historia de la antigüedad, donde además pretendemos reconocer al otro como un igual y nos permitimos construir conocimiento de manera colectiva, creando visiones realmente interdisciplinarias, pues interactuamos no solo estudiantes de Derecho sino también de otros programas, desde ciencias sociales hasta finanzas, he podido apreciar que esa brecha entre los alumnos se puede cerrar por medio de la interacción, creando espacios en el que nuestra mente de juristas entienda que las ciencias humanas dependen entre sí, y que, en su esencia, no somos autónomos sino interdependientes.
Las materias electivas pueden ser una gran apuesta para una Facultad que está a punto de modificar su programa, pues la alta exigencia de la Universidad en Derecho nos han permitido ser punteros en la educación de juristas en el país, lo cual no debe cambiar, por ello reitero que las materias electivas nos permitirían continuar con la rigurosa academia brindando espacios de discusión interdisciplinaria. Soluciones sin afectaciones se pueden realizar, siempre y cuando exista el diálogo planteado por la nueva decana de la Facultad, Adriana Zapata Giraldo.
Post tenebras spero lucem, después de tanta divergencia que llegue la convergencia.
El Rector del Externado se dedicó más a sus asuntos personales y profesionales que a gobernar una Universidad que pareciera estar en el limbo.
Por: Ramiro Bejarano.
Profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Hace siete años, apenas cerrada la tumba del doctor Fernando Hinestrosa, el Consejo Directivo que para entonces ya ajustaba quince años de haber sido nombrado, adoptó una reforma de los estatutos de la Universidad que ha cobrado trascendental importancia.
En efecto, además de limitar el período del Rector a seis años, reelegible por tres más –lo cual dicho sea de paso fue groseramente violado con la última reelección express y casi secreta– la reforma estatutaria previó que la máxima cabeza de la Universidad sea de dedicación exclusiva a sus tareas universitarias, aunque quedó abierta una rendija para permitirle excepcionalmente asumir asuntos profesionales siempre con el visto bueno y previo del Consejo Directivo.
Ramiro Bejarano, profesor emérito de la Universidad Externado de Colombia.
Tan sana reforma estatutaria estuvo encaminada no solo a lograr la dedicación exclusiva del Rector, sino a poner a salvo a la misma institución de los avatares y controversias que suscitan la intervención en pleitos o controversias, tanto más cuando en ellas algunos o varios de sus protagonistas son entidades públicas. El Colegio Mayor del Rosario desde hace mucho tiempo adoptó la sana política de prohibir a su Rector desempeñarse en escenarios ajenos a los académicos.
La experiencia con el actual Rector muestra que esa sana prohibición en la práctica ha tenido tantas excepciones que hoy son la regla general. Henao alterna sus labores académicas con los afugias de los expedientes unas veces como árbitro, otras como asesor y en no pocas como abogado litigante.
No hago referencia, por supuesto, a su protagonismo en el proceso de paz, tanto que en la retina de los intérpretes no quedó claro si a ello se vinculó él personalmente o la Universidad. Por loable que fuese el propósito de sumarse al proceso de paz con las FARC, el cual además también he apoyado pública pero personalmente en todos los escenarios, no parece conveniente que quien tiene sobre sus hombros la responsabilidad de conducir un centro académico que alberga miles de profesores y otro tanto de estudiantes e idéntico número de opiniones y pareceres, se involucre en actividades donde no aparezca claramente delineada si es un empeño personal o una actuación en nombre de la Universidad que orienta.
Lo que está en juego es la necesidad de que la autonomía e independencia de la cima de una Universidad, donde además los espacios de discusión no existen, es la urgencia de que esos baluartes no se vean alterados por virtud de mezclar la dirección universitaria con responsabilidades profesionales relacionadas de una u otra manera con litigios.
En una reciente reunión de directores de departamentos de la Facultad de Derecho, el Rector mostró su resistencia cuando el suscrito hizo alusión a este asunto, y se esforzó en que quedara claro que cuando él se ocupa de menesteres profesionales lo hace con el visto bueno del Consejo Directivo, el mismo que ideó esta edificante reforma que sin embargo no se ha preocupado de hacerla respetable.
Las estadísticas no muestran que esos encargos abogadiles de distinto alcance en los que públicamente se ha visto la mano del Rector, hayan sido ocasionales y esporádicos, como era el propósito inicial, sino que ya tienen una frecuencia mayor.
Es evidente que los profesores también ejercen su profesión como abogados; empero, su situación no es la misma de quien funge como Rector, porque aquellos no comprometen el nombre de su universidad, que sí queda indisolublemente ligado a las acciones y omisiones de su máxima autoridad.
Es explicable que un Consejo Directivo sin aire, como el que hoy secunda a Henao en todo lo que se propone, haya perdido impulso en relación con esta sana restricción de exigir dedicación de tiempo completo a quien goza del inmenso honor de ser Rector de la Universidad, cargo que por lo demás está suficientemente remunerado, pero no por ello la idea debe ser proscrita. Por el contrario, es la hora de volver absoluta esa prohibición de manera que el Rector no se le vea en pleitos, tribunales arbitrales, enconadas disputas litigiosas, ni en nada que se le relacione, sino solamente en el imperturbable paraninfo pulcro y libre de la inteligencia.
Las diferencias y los desacuerdos en el Externado deberían promover nuevas ideas, de progreso y no alimentar más el aislamiento y el autoritarismo.
Por: Juan Pablo Estrada.
Profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Es fácil promover el disenso de manera discursiva. Ser grandilocuentes hablando de tolerancia y de respeto por las ideas de los demás. Señalar en público las bondades de tener contradictores legítimos, vanagloriarse de oír y respetar a los críticos, de nutrirse de las ideas ajenas, para luego, en privado, descalificarlos, desacreditarlos y promover su aislamiento.
La sociología política coincide en la importancia que tiene el disenso para el mantenimiento de las democracias robustas y sanas. Las diferencias y los desacuerdos son promotores de nuevas ideas, de progreso y se erigen como límite a los abusos de poder. El unanimismo, por oposición, les hace daño, las hace estancar y legitima los abusos de quienes ejercen el poder.
Juan Pablo Estrada, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
Cuando acepté la invitación de varios de mis maestros de la Facultad de Derecho para participar en El Radical, pensé en los postulados del liberalismo radical que fueron el estandarte fundacional de nuestro Externado. También se me vino a la cabeza la célebre definición de liberalismo del médico y humanista español Gregorio Marañón, que sentenció que liberal es “quien está dispuesto no solo a entenderse con el que piensa de otro modo, sino también a dejarse convencer y hacer propios los argumentos del contendor”. Juré que esos postulados formaban parte de la genética externadista y por eso invoqué el que el Dr. Hinestrosa denominaba el “talante externadista” en mi primera columna en esta tribuna. Lamentablemente, me equivoqué.
Hoy, cuando El Radical ya no es una quimera sino una realidad, como lo confirman las visitas a la página de nuestra sexta edición –3.500 lectores en una comunidad estimada de catorce mil estudiantes–, corrobora que los externadistas tienen un “taco en la garganta” pero que no se atreven a sacar. ¿Extravió nuestra comunidad el talante al que tantas veces aludió el Dr. Fernando? Pareciera que muchos están presos de esa relación Externado – estómago, pensando solo en ellos, en su zona de confort y no en la Universidad.
No obstante, nos leen y bastante. Pero nadie que pertenezca a la comunidad profesoral se atreve a dejar un comentario en la página. Lo curioso es que, cuando esta nota esté al aire, recibiré varias llamadas o mensajes de datos para comentarla o hablar del editorial. Los profesores saben que hay síntomas visibles de una democracia enferma en nuestro Externado: Consejo Directivo sin renovarse, un sistema electoral que no garantiza la representación de las minorías, dádivas que compran silencios y muchas otras cosas que se deben corregir. Pero nadie quiere “desafiar” a las directivas del último bastión liberal de la academia, que se han encargado en privado de satanizar el disenso.
Se le está haciendo tarde al Rector Henao para mostrarnos que su liberalismo va mucho más allá de promover la apertura de un baño mixto en el bloque A. Ojalá aproveche el tiempo que le queda, por el bien del Externado.
Los profesores del Consejo Directivo del Externado no representan a la Universidad actual.
Por: Néstor Osuna.
Profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Hace pocas semanas se renovó la representación estudiantil en el Consejo Directivo de la Universidad. No es exagerado afirmar que la elección de los representantes estudiantiles forma parte de la rutina universitaria, pues aunque es verdad que no se aplica con rigor el término bienal establecido, sí se celebran elecciones periódicas, libres y competitivas, cuyos resultados le confieren al órgano una traza de legitimidad y le dan alientos para la dirección de la casa de estudios. Las elecciones estudiantiles, por lo demás, nunca han generado traumatismos para la marcha de la institución.
Lamentablemente, la representación profesoral, que es mayoritaria en el Consejo, sigue sin renovarse hace más de quince años, a pesar de la claridad del período de dos años fijado en el reglamento. Son ya demasiadas las excusas y los argumentos peregrinos que se han dado para aplazar indefinidamente esta renovación, que la Universidad reclama al unísono. Es triste en verdad el panorama el de los colegas que permanecen enquistados en ese órgano, en el cual carecen ya de iniciativa, de reconocimiento y de proyección.
En la actualidad no hay ninguna profesora mujer en el Consejo Directivo, aunque buena parte de quienes día a día sacan adelante esta Universidad son mujeres. Tampoco hay, con una excepción, profesores con la titulación académica que hoy es usual para desempeñar la carrera docente, y varios de ellos han dedicado su vida profesional más a la política, al notariado o al ejercicio de la abogacía que a las labores académicas. Ninguno de ellos se ha dedicado con exclusividad a la docencia universitaria.
Néstor Osuna, profesor ordinario de la Universidad Externado de Colombia.
Ciertamente nada de esto es ilícito, pero también es verdad que esa composición no corresponde casi en nada con la universidad contemporánea, integrada por profesoras y profesores que en buena parte son de tiempo completo, con habilitación para la investigación académica y ganas de llevarla a cabo, que compiten por publicar en editoriales con reconocimiento científico y que se mantienen en contacto permanente con colegas de otras instituciones de educación superior y otros países. En pocas palabras, una comunidad mucho más profesional y madura para la docencia y la investigación, aunque con edades en promedio por debajo de los 50 años.
Los profesores del Consejo Directivo no se han dado cuenta de esta transformación y del impulso que puede tener el Externado si logra combinar exitosamente el esfuerzo de esa comunidad tan robusta y bien preparada. Tal vez, se acostumbraron al liderazgo sobresaliente del Rector Hinestrosa, que siempre tenía ideas y planes atinados para engrandecer y mejorar la Universidad. En esa época, era lógico que el Consejo Directivo fuera más un comité de refrendación (o de aplausos, en términos coloquiales), frente al torrente intelectual del gran Rector. Esa situación cambió de modo notable, pero el Consejo no lo ha asimilado y se mantiene como antaño huérfano de iniciativas, nostálgico de un pasado glorioso cuya inercia se ha ido debilitando, y cada vez más desentendido de las dinámicas de la vida académica.
Los episodios de opacidad en la información de sus sesiones y de reelección secreta del Rector son una penosa muestra de ello.